Pareciera imposible pensar que a partir de una obra pública se gestaron gran parte de las vías nacionales que poseemos hoy en día en Argentina, la actividad turística como fuente económica del país, el establecimiento de la petrolera nacional YPF superando los embates de la competencia extranjera, y también gran parte del desarrollo de la arquitectura moderna nacional.
Pero si es factible si hablamos de una de las intervenciones territoriales más grandes que se dieron en el país siendo una avanzada de la modernidad, desarrollando en nuestra región el automóvil como medio de transporte masivo.
Un gran quiebre en la historia de las ciudades surge con la aparición del automóvil, modificando las formas de transporte y comunicación provocando la necesidad de repensar la planificación urbana y territorial. El Automóvil Club Argentino (ACA) fue fundado en 1904, siendo en sus inicios un club de élite. La difusión del uso del automóvil a partir de la PrimeraGuerraMundialtransformóaésteenunbiendeconsumomás, aunque de clases acomodadas.En la década del treinta se desarrolló un plan de expansión comercial, junto a un plan territorial de diversificación geográfica.(1)
Con este fin, ACA firmó un convenio con la empresa nacional de hidrocarburos YPF, que en los años 30 había ya comenzado su propio plan de expansión con los lemas propagandísticos “YPF hace Patria, YPF abre caminos”. YPF dotaba económicamente al ACA para construir las obras de estaciones de servicio necesarias a cambio de la exclusividad en la venta de los productos de la petrolera argentina en la red del club.(2)
Así se constituye el proyecto territorial de ocupación y fomento de la marca nacional, promoviendo el turismo en el interior del país. Impulsando así una obra con la escala de la de rieles ferroviarios en el siglo XIX, pero esta vez en manos de capitales nacionales y, expandiendo la economía argentina, de la mano del automóvil, atribuyéndose la patriótica satisfacción de liderar la creación de una organización sin comparación a nivel internacional.
En 1937 se realizó un concurso para definir el proyectista de las estaciones de servicio, ya que toda la intervención se realizaría integralmente por un mismo grupo. El primer premio y consecuente encargo del proyecto de las estaciones fue otorgado a la oficina del ingeniero Antonio U. Vilar.(3)
El contexto histórico en el que se desarrollaron las obras es durante la renombrada década infame argentina, con una sucesión de gobiernos nacionalistas en los que se debatía intensamente sobre la modernidad y la identidad nacional. Así la obra de Vilar, se presenta como una avanzada en la arquitectura moderna como lenguaje nacional desarrollando estaciones de servicio de volúmenes simples, blancos; el carácter para las casas de los automóviles no podía ser otro que el moderno.
Vilar y su equipo estandarizan tipológicamente las estaciones estableciendo distintos tipos, diferenciando las de capital provincial que constituían además, una sede social, y por otro lado las estaciones camineras. En las grandes ciudades como Córdoba, Rosario y La Plata se desarrollaban en terrenos en esquina, para resolver la entrada de los automóviles por una calle con salida por la otra. Las camineras, ubicadas en rutas y caminos, como la de la Falda, Villa Mascardi, Luján, eran más pequeñas y fueron las más construidas en el país. En éstas el lenguaje podía variar, con la incorporación de materiales regionales como la piedra en Bariloche o la Teja en el interior cordobés, e incorporando cubiertas inclinadas por cuestiones climáticas. (4)
Muy importante fue la tarea de Vilar, que laboriosamente logro unificar la imagen de cientos de edificios para que siendo sencillas estaciones de servicio en su conjunto significaran la monumentalidad que semejante obra poseía. Su gran diseño compuso integralmente a las estaciones desarrollando también la campaña publicitaria de éstos, con el diseño gráfico, los mapas, el muñeco representante de la empresa, etc.
“Gracias a la honrosa misión que el ACA me ha confiado he visto mucha patria en largos y a veces azarosos viajes desde la Quiaca a la Patagonia, ya que se han requerido algunas vueltas por esos caminos de Dios para inspeccionar en cinco años las 90 estaciones hechas”. (Antonio U. Vilar)
La intervención culminó en 1943 con 90 estaciones de servicio en todo el país y el edificio de la sede central de ACA, en Buenos Aires en 1942, siendo ejemplo de la arquitectura moderna argentina, en éste caso en manos de Antonio Vilar y Jorge Bunge, Luis María De la Torre, Abelardo Falomir, Rafael Giménez, Arnold Jacobs, Ernesto Lagos, Héctor Morixe y Gregorio Sánchez.
A partir de una gran obra estatal que conto con un profesional que supo dotarla de unidad, las obras aisladas, separadas por 150km entre sí aproximadamente, supieron entenderse como parte integral de una reorganización territorial, donde las rutas fueron las protagonistas, habiéndose construido 30mil kilómetros en doce años. La obra de infraestructura se potenció con el desarrollo de una arquitectura de lenguaje moderno y con carácter simbólico que fue clave para la construcción del imaginario colectivo instalándose en un vasto país aún deshabitado.
(1, 2, 3 y 4) Mallol, Adrián: “Patrimonio Moderno como Referente Local: Las estaciones de Servicio del Automóvil Club Argentino de Antonio U. Vilar “.
